Juan José Díaz Bermúdez
Sin respaldo pierde la guerra contra el crimen
Oaxaca, México (Punto y Aparte).- El México del miedo, el terror y el crujir de dientes, debería ser un título para una película de espanto, de esas que de niños íbamos a ver al Cinelandia, donde cobraban un peso por entrar. Veíamos en ese lugar a Santo luchar contra todos los moustros y seres extraños jamás imaginados. Había pequeños que salían temerosos, algunos lloraban otros se aferraban a sus madres, hermanos mayores, tíos o abuelitos. En esas películas se veían a seres repugnantes asesinar sin piedad, mutilar y destruir al ser humano por simple diversión. Cuando llorabas porque te sentías con temor, los adultos nos decían: No temas eso jamás va a suceder, es una simple película.
Sin embargo el tiempo y la realidad nos alcanzó. Por la torpeza de Felipe Calderón, porque era una guerra impostergable, pero estamos en medio de ella, y no es una película donde El Santo, vendrá en su lujoso auto a salvarnos, ni habrá policías honestos que lucharan por la justicia. Lo cierto es que en México, el terror es cierto y los despedazados no son de utilería, son tan ciertos como la muerte.
Atrás quedó la inocencia, esos días que en Oaxaca disfrutábamos, caminábamos por las calles solitarias sin temor a ser asaltados por pandilleros o algún centroamericano de esos que protege Solalinde. Eras días en los que podías vivir sin desconfianza, creer en la justicia y asombrarte porque sucedieran crímenes que eran esporádicos. Hoy ya no nos asombra ver a hombres y mujeres sin cabeza, encontrar un tronco humano con pancartas o leyendas de amenazas, pareciera que los criminales compitieran por crear la escenografía más aterradora.
La pregunta que todos nos hacemos, ¿porqué llegamos a esto? Hasta hace 6 años en el gabinete de Vicente Fox, la vida nacional no llegaba a estos extremos, ¿porque en la administración de Felipe Calderón vivimos en la incertidumbre y la inseguridad?
La guerra entre cárteles se supone que ya existía, pero no veíamos este tipo de situaciones macabras, ¿Qué originó entonces este panorama?
Hay dos hipótesis. La primera se refiere a un Estado fallido creado por el mismo sistema, es decir, una crisis de terror obliga a los ciudadanos a no revelarse. Si te revelas eres desaparecido, asesinado o violentado en tus derechos, sin que se sepa de donde viene el mensaje. O es del crimen organizado como pomposamente se le califica o del gobierno y su fuerza pública.
No es posible que se diga que aparecieron más de 140 cadáveres en fosas de San Fernando Tamaulipas, donde antes ya se habían encontrado a más de 80, y nadie vio, ni supo ni denunció la desaparición de esas personas. ¿Esos hombres y mujeres murieron acaso por cumplir un patrón de terror?, ¿Quién se interesaría en evitar que los indocumentados sigan viajando hacia el país del norte?
Detrás de las masacres de San Fernando y otros estados del norte, se encuentran organizaciones poderosas y no precisamente del crimen organizado. Es obvio que en toda guerra los que ganan son los influyentes, los comerciantes del terror y los gobiernos. Aquí en la guerra que libra México quién gana son los grupos extremistas que existen en México y Estados Unidos.
Es curioso que los asesinados cumplan con un perfil definido. Todos ellos son personas que iban en busca del sueño americano, viajaban para laborar en los campos de cultivo de Estados Unidos, parece que en este caso hay quienes están dispuestos a no dejar que la ola indocumentada siga llegando al país del norte. Estaremos dispuestos a creer que a los grupos del crimen organizado ¿les interesa que los mexicanos u otros ciudadanos del sur de América no crucen el río bravo?
La lucha que inició Calderón en contra de los delincuentes ya se contaminó, hoy no solo luchan narcos contra el ejército, sino personas con táctica militar y estrategia y lo más grave que le podía suceder es que tuviera ideología, ¿Por qué? Los ataques hoy son dirigidos en contra de los que más tienen, lo que dará un valor agregado populista, que comenzará a gustar a las clases proletarias. El pueblo se lamentaba que las acciones se enfocaran en contra de jóvenes de clases proletarias, al parecer la estrategia de esa “minoría ridícula como las calificó Calderón, es ahora la de politizar la guerra y si esto sigue igual cumpliendo el papel de lucha popular, pronto estaremos viendo que en México la narco guerrilla se decidió a salir del closet y sentó sus reales en México, propiciando la intervención sin duda de los Estados Unidos en métodos de cooperación, tropas e insumos militares. Por tal motivo no debería de sorprendernos que los ataques en contra de puntos de riqueza, como son los bancos, distribuidora de automóviles, centros de diversión de élite, sean objetivos de los grupos del crimen organizado.
Habría que aclarar que hablamos de una narco guerrilla, no una guerrilla revolucionaria, ya que existe una gran diferencia. El guerrillero puede ser un mercenario que cumple su misión por un sueldo sin tener una meta política y principio ideológico, todo lo contrario del guerrillero revolucionario que tiene ética, ideología y principios.
La guerra de Calderón contra el crimen organizado ha fracasado y lo saben quienes la iniciaron. Lo grave será que el narcotráfico penetre la fibras de las clases bajas y en ellas encuentre a sus ejércitos, porque estaríamos frente a un proyecto que tendría como objetivo el levantar en armas a lumpen que cumplen con el perfil indicado para morir defendiendo lo que ellos creen es un cambio, sin darse cuenta que están siendo usados para fines oscuros. México llegó al punto de no retorno. La paz de mañana depende de la estrategia que use el Estado para combatir a la delincuencia. El combate no será con armas, soldados y balas, sino un cambio en los proyectos, en la producción, educación, mejor forma de vida para el pueblo, justicia. Solo de esa manera se va a poder vencer una estrategia internacional que trata de disfrazarse de popular.
Sin respaldo pierde la guerra contra el crimen
Oaxaca, México (Punto y Aparte).- El México del miedo, el terror y el crujir de dientes, debería ser un título para una película de espanto, de esas que de niños íbamos a ver al Cinelandia, donde cobraban un peso por entrar. Veíamos en ese lugar a Santo luchar contra todos los moustros y seres extraños jamás imaginados. Había pequeños que salían temerosos, algunos lloraban otros se aferraban a sus madres, hermanos mayores, tíos o abuelitos. En esas películas se veían a seres repugnantes asesinar sin piedad, mutilar y destruir al ser humano por simple diversión. Cuando llorabas porque te sentías con temor, los adultos nos decían: No temas eso jamás va a suceder, es una simple película.
Sin embargo el tiempo y la realidad nos alcanzó. Por la torpeza de Felipe Calderón, porque era una guerra impostergable, pero estamos en medio de ella, y no es una película donde El Santo, vendrá en su lujoso auto a salvarnos, ni habrá policías honestos que lucharan por la justicia. Lo cierto es que en México, el terror es cierto y los despedazados no son de utilería, son tan ciertos como la muerte.
Atrás quedó la inocencia, esos días que en Oaxaca disfrutábamos, caminábamos por las calles solitarias sin temor a ser asaltados por pandilleros o algún centroamericano de esos que protege Solalinde. Eras días en los que podías vivir sin desconfianza, creer en la justicia y asombrarte porque sucedieran crímenes que eran esporádicos. Hoy ya no nos asombra ver a hombres y mujeres sin cabeza, encontrar un tronco humano con pancartas o leyendas de amenazas, pareciera que los criminales compitieran por crear la escenografía más aterradora.
La pregunta que todos nos hacemos, ¿porqué llegamos a esto? Hasta hace 6 años en el gabinete de Vicente Fox, la vida nacional no llegaba a estos extremos, ¿porque en la administración de Felipe Calderón vivimos en la incertidumbre y la inseguridad?
La guerra entre cárteles se supone que ya existía, pero no veíamos este tipo de situaciones macabras, ¿Qué originó entonces este panorama?
Hay dos hipótesis. La primera se refiere a un Estado fallido creado por el mismo sistema, es decir, una crisis de terror obliga a los ciudadanos a no revelarse. Si te revelas eres desaparecido, asesinado o violentado en tus derechos, sin que se sepa de donde viene el mensaje. O es del crimen organizado como pomposamente se le califica o del gobierno y su fuerza pública.
No es posible que se diga que aparecieron más de 140 cadáveres en fosas de San Fernando Tamaulipas, donde antes ya se habían encontrado a más de 80, y nadie vio, ni supo ni denunció la desaparición de esas personas. ¿Esos hombres y mujeres murieron acaso por cumplir un patrón de terror?, ¿Quién se interesaría en evitar que los indocumentados sigan viajando hacia el país del norte?
Detrás de las masacres de San Fernando y otros estados del norte, se encuentran organizaciones poderosas y no precisamente del crimen organizado. Es obvio que en toda guerra los que ganan son los influyentes, los comerciantes del terror y los gobiernos. Aquí en la guerra que libra México quién gana son los grupos extremistas que existen en México y Estados Unidos.
Es curioso que los asesinados cumplan con un perfil definido. Todos ellos son personas que iban en busca del sueño americano, viajaban para laborar en los campos de cultivo de Estados Unidos, parece que en este caso hay quienes están dispuestos a no dejar que la ola indocumentada siga llegando al país del norte. Estaremos dispuestos a creer que a los grupos del crimen organizado ¿les interesa que los mexicanos u otros ciudadanos del sur de América no crucen el río bravo?
La lucha que inició Calderón en contra de los delincuentes ya se contaminó, hoy no solo luchan narcos contra el ejército, sino personas con táctica militar y estrategia y lo más grave que le podía suceder es que tuviera ideología, ¿Por qué? Los ataques hoy son dirigidos en contra de los que más tienen, lo que dará un valor agregado populista, que comenzará a gustar a las clases proletarias. El pueblo se lamentaba que las acciones se enfocaran en contra de jóvenes de clases proletarias, al parecer la estrategia de esa “minoría ridícula como las calificó Calderón, es ahora la de politizar la guerra y si esto sigue igual cumpliendo el papel de lucha popular, pronto estaremos viendo que en México la narco guerrilla se decidió a salir del closet y sentó sus reales en México, propiciando la intervención sin duda de los Estados Unidos en métodos de cooperación, tropas e insumos militares. Por tal motivo no debería de sorprendernos que los ataques en contra de puntos de riqueza, como son los bancos, distribuidora de automóviles, centros de diversión de élite, sean objetivos de los grupos del crimen organizado.
Habría que aclarar que hablamos de una narco guerrilla, no una guerrilla revolucionaria, ya que existe una gran diferencia. El guerrillero puede ser un mercenario que cumple su misión por un sueldo sin tener una meta política y principio ideológico, todo lo contrario del guerrillero revolucionario que tiene ética, ideología y principios.
La guerra de Calderón contra el crimen organizado ha fracasado y lo saben quienes la iniciaron. Lo grave será que el narcotráfico penetre la fibras de las clases bajas y en ellas encuentre a sus ejércitos, porque estaríamos frente a un proyecto que tendría como objetivo el levantar en armas a lumpen que cumplen con el perfil indicado para morir defendiendo lo que ellos creen es un cambio, sin darse cuenta que están siendo usados para fines oscuros. México llegó al punto de no retorno. La paz de mañana depende de la estrategia que use el Estado para combatir a la delincuencia. El combate no será con armas, soldados y balas, sino un cambio en los proyectos, en la producción, educación, mejor forma de vida para el pueblo, justicia. Solo de esa manera se va a poder vencer una estrategia internacional que trata de disfrazarse de popular.