¿TIENE LA GUERRILLA EN MÉXICO PODER DE FUEGO?

Juan José Díaz Bermúdez/Análisis




Oaxaca, México (Punto y Aparte).- La guerrilla en México en  los últimos doce años sufrió una transformación y luchas intestinas que la diezmaron, muy aparte del hostigamiento militar y policíaco, la desaparición de sus miembros como el caso de Oaxaca, con Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, mandos del Ejército Popular Revolucionario (EPR), detenidos y desaparecidos el 25 de mayo de dos mil siete, pusieron en entredicho la clandestinidad en la que habían amparado para llevar a cabo acciones calificadas como revolucionarias. Junto con la desaparición de algunos de sus miembros, llegó un fantasma que poco habían padecido, el robo del botín de guerra por parte de quienes habían sido designados por el congreso revolucionario para manejar los bienes de la guerrilla, como trascendió con el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente ( ERPI), el cual en el 2011-2012, habría sido saqueado en sus bienes revolucionarios por sus propios miembros, aunque es una versión que poco se conoce, el hecho que haya desaparecido de la vida pública como organización advierte que así pudo haber sido.
La guerrilla en México a diferencia de la de Colombia como el caso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( FARC), que fortalecen sus finanzas a través del tráfico de droga a varias parte del mundo, en nuestro país viven del delito del fuero común, como sería el secuestro, el robo de bienes a instituciones de crédito, chantaje a empresarios, todo ello se conoce como botín de guerra o expropiación de bienes a la burguesía y oligarquía.
El golpe dado en Oaxaca a la guerrilla, concretamente al EPR, tuvo repercusiones graves para la organización y la clandestinidad a la que estaban acostumbrados, sobre todo porque aún cuando se niegue, los dos detenidos hoy desaparecidos y quizás muertos, habrían puesto en evidencia el hermetismo con el que se movían los guerrilleros, y dejado a la luz de las investigaciones la estructura en la que se movía el movimiento insurgente.
Hay una hipótesis que se maneja en la investigación de la desaparición de los dos guerrilleros. Al parecer Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, no habrían sido desaparecidos por su participación en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), jamás se les detuvo con el interés de mostrarlos a la opinión pública, ni fue el Estado el culpable. Según la hipótesis alterna que se ha manejado, es que los dos guerrilleros habrían participado en el secuestro de un potentado oaxaqueño y que su desaparición obedece más a una venganza que a una detención por parte del ejército mexicano o la policía, para ubicarlos si habrían participado policías oaxaqueños, incluso integrantes de la propia APPO, quienes habrían vendido su silencio a un precio exorbitante, todo para dar con el paradero de Edmundo Reyes Amaya a quien identificaban como “el señor”, el cual habría cobrado junto con otros miembros del EPR, más de 150 millones de pesos por la libertad de un poderoso secuestrado meses antes de su desaparición en Oaxaca.
Luego de la libertad del rico comerciante, la familia del mismo habría ordenado la investigación de los participantes, quienes presuntamente resultaron ser parte de la guerrilla, así como miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Esta versión que no ha sido rechazada ni aceptada por el Estado ni por la guerrilla, trascendió en la propia Procuraduría General de la República (PGR) y en los pasillos de la Procuraduría General de Justicia del Estado en Oaxaca, después de la desaparición de Jonás Corro comandante de guardia de la Policía Ministerial de Oaxaca.
Se habría confirmado la forma de operar de los guerrilleros, lo grave es que en este caso, se habían errado al secuestrar a la persona equivocada, ya que la venganza fue rotunda.
Los cinco años posteriores a la desaparición de los dos mandos en Oaxaca, obligó al EPR a replegarse, a andar a salto de mata por parte de su Comandante General Tiburcio Cruz Sánchez, el cual además de padecer una enfermedad grave que lo mantiene medicado, sufrió la perdida de su hermano, quizás el más cercano a la causa, ya que Gabriel Alberto fue el único que lo siguió a la clandestinidad desde 1968 y estuvo con el ahora Comandante General del EPR, en los momentos que más lo necesitaba.
Hay que subrayar este momento, porque después de la detención-desaparición de los dos guerrilleros en Oaxaca, el movimiento insurgente en México sufrió un fuerte revés, que le restó más de 15 años de organización y proyectos, ya que la estructura, casas de seguridad, cuentas de banco y apoderados externos que manejaban los recursos revolucionarios, huyeron o se escondieron de las manos de la delincuencia organizada y del propio Estado.
 Fue un efecto domino el que sufrió la guerrilla eperrista debido principalmente a que durante los interrogatorios los guerrilleros habrían confesado su modus operandi; debieron hacerlo ya que se supone fueron sometidos a brutales torturas, propiciando que el Estado los persiguiera de tal forma que hoy el EPR podría estar  reducido a solo unas cuantas células que operan en la parte sur del país. Se sabe que la Comandancia General pudo haberse trasladado del Estado de México donde estaba, a Veracruz, donde actualmente tiene presencia. Una Comandancia General con un ícono enfermo, desmoralizado y cuestionado por la mayoría de los militantes y combatientes por su falta de tacto para tocar el tema de los desaparecidos y lanzar una tregua que para la mayoría causó la muerte de los desaparecidos ya que mostró al EPR débil y sin poder de fuego para responder a la represión del Estado el cual habría usado a externos, todos ellos en la delincuencia organizada para eliminar peligros al sistema político mexicano.
Ante el repliegue, la perdida de bienes revolucionarios, la ubicación de miembros y casas de seguridad, la lucha intestina que existe a su interior,  el Ejército Popular Revolucionario, no tiene el poder de fuego en estos momentos para enfrentar al Estado que cuenta  con un Ejército  con más de 100 mil integrantes de todas las armas.
Sin embargo el EPR no es el único que sufre estos contratiempos, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, ha trascendido que sufrió un fuerte revés,  como es la perdida del botín revolucionario a manos de sus propios miembros.
La tesis de que fueron saqueadas sus cuentas trascendió y podrían existir personajes hoy desaparecidos, que usaron el membrete para ser inmensamente ricos a costa de la lucha revolucionaria.
Se habla de dos profesores de Oaxaca que al ser los apoderados y quienes manejaban las finanzas del ERPI, habrían huido con más de 350 millones de pesos que pertenecían al movimiento guerrillero del ERPI. Estos dos, hoy desaparecidos y buscados afanosamente por organizaciones no gubernamentales y la sección XXII del SNTE, estarían en cualquier parte del mundo disfrutando los recursos que fueron almacenados por los guerrilleros por más de 10 años.
Es decir, de ser cierta esta posibilidad, el ERPI, que precisamente desapareció desde 2011 de los escenarios públicos, coincidente con la presunta huida del profesor que hoy se sabe pudo haber sido el administrador de los bienes del grupo armado en cuestión, no tendría el poder de fuego para levantarse en contra del Estado mexicano. Carece de pertrechos, no tiene recursos para pagar combatientes y se dice que toda la infraestructura fue desmantelada ante la falta de finanzas.
Por otra parte existe otra versión, que en el mes de marzo de 2012, en la frontera Oaxaca, Veracruz, la reunión de los mandos del EPR y ERPI consolidaron una alianza y que a su vez un pacto con otros grupos para robustecer un frente el cual en el mes de septiembre de 2012 habría recibido un cargamento de más de 3 mil armas entre fusiles de asalto, granadas y lanza misiles tierra-tierra y tierra aire, lo que constituye un peligro para el Estado mexicano, si esto es verdad, se deben esperar acciones contundentes contra el sistema de seguridad en México, ya que la guerrilla estaría armada para enfrentar a cualquier ejército.
Aunque las hipótesis guerrilleras no deberían de construirse a raíz de leyendas urbanas difundidas por instituciones como gobernación, todo hace indicar que no hay poder de fuego. Al parecer los fuertes golpes y la corrupción que los alcanzó, obligaron a los guerrilleros a estar al margen por un tiempo ya que por el momento la guerrilla en México no representa peligro.
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